Hoy es una de esas publicaciones que solo van a entender los reales.
Probablemente vea mi lista de suscriptores bajar, pero aquí no estamos para meter suscriptores en una bolsa, sino para educar y lanzar verdades a la cara.
Sí, como lees en el título, eso de la masculinidad tóxica no existe.
Estoy muy, muy cansado del trato a lo masculino que recibimos los hombres desde, por lo menos, la última década.
Nos hemos convertido en un muñeco de trapo al que todo el mundo puede darle su golpe si espera su turno.
Desde todos los frentes nos intentan hacer ver que hay que hacernos una terapia de conversión y meternos en una cadena de montaje donde se nos deconstruya para luego salir por el otro lado vueltos a montar como un nuevo género.
Esto no solo parece gracioso para algunos, si no que tiene financiación pública por parte del estado para que así sea, con talleres, cursos y demás parafernalia, AKA dinero público que se lleva alguien por toda la geta.
Como somos hombres, pues no pasa nada. Pero imaginad si ese pensamiento se tuviera con el género con el que se siente identificado una persona.
Tú te sientes X pero yo creo que deberías ser Y y me lío a poner dinero de todos para reconvertirte a lo que “está bien”.
Rarete, ¿no?
NO EXISTE LA MASCULINIDAD TÓXICA
Lo que quieren(queremos) erradicar no es la masculinidad.
Son los comportamientos trogloditas en los que un hombre ejerce su prevalencia física para humillar a otra persona, hombre o mujer, en los que presupone que, por tener un género determinado, la otra persona tiene que encargarse de unas tareas determinadas, ya sea en el hogar o profesionalmente y, en definitiva, aquellos que piensan que se merece un trato especial por el género con el que ha nacido.
En resumen, lo que estamos hablando aquí no es de masculinidad, sino de hacer desaparecer a los hijos de puta que maltratan a las mujeres, que ejercen violencia sobre ellas, que creen que las tareas domésticas deben hacerlas las mujeres por el simple hecho de serlo y que ensucian a los hombres de verdad.
No existe la masculinidad tóxica.
Existen hombres hijos de puta y hombres a secas.
¿ESTO SIGNIFICA QUE SOMOS PERFECTOS?
Ni mucho menos.
El hombre, por naturaleza, tiene unas características muy marcadas y muchas de ellas nos hacen sufrir internamente porque nos generan dudas, miedos y depresiones, algunas de ellas son:
Necesitamos una meta, un propósito por el que vivir.
Tenemos un alto instinto protector.
Control o inhibición de las emociones.
Necesidad de sentirnos proveedores.
Respondemos desde la acción y no desde la comprensión.
Foco, por encima de multitarea.
Competitividad.
Atracción por la energía femenina (que no tiene por qué ser una mujer, si no algo que represente lo femenino).
Estos son algunos ejemplos de características que encontramos en cualquier hombre con energía masculina.
No tenemos que cumplir todos para ser un hombre, e incluso muchas mujeres compartirán también características.
Es una cuestión de proporción.
Existen hombres con baja proporción de energía masculina y mujeres con gran proporción de energía masculina.
ESTO NO ES MALO.
Tener energía masculina NO ES MALO.
No hay que reconvertir a nadie desde esas características hacia otra cosa.
No podemos OBLIGAR a que una persona con energía masculina tenga o aprenda energía femenina.
Sí, como hombre con energía masculina podemos (y debemos) conocer qué características tiene la energía femenina y cómo convivir juntos.
Pero no podemos hacer de alguien algo que no es.
Va a vivir con una disonancia cognitiva entre lo que es por naturaleza y lo que la sociedad le ha dicho que debe ser que no le va a dejar ser una persona completa.
SER HOMBRE TAMPOCO ES FÁCIL
Los medios, privados y públicos, nos inundan con una propaganda en la que parece que tenemos que pedir perdón por ser hombres.
Parece que vivimos en modo fácil y la realidad es otra.
Las tasas de suicidio entre hombres están en máximos históricos.
Muchas de esas muertes corresponden a hombres que tienen dificultades económicas (no se sienten proveedores) y tienen dificultades para expresarlo (inhibición de emociones).
¿Sabes cuál es la respuesta de los “expertos”?
Eso es culpa de la masculinidad tradicional.
No, queridos, es una característica de lo masculino, que no es lo mismo que culpar, porque no tenemos la culpa de tener rasgos de energía masculina.
La solución es acompañar, asesorar y apoyar a esos hombres desde lo masculino, y no querer cambiar su naturaleza masculina, AKA, terapia de reconversión.
Hay que acompañarlos desde esa masculinidad, no diciéndoles que deben convertirse en otra cosa.
Eso, no solo es horrible, sino que NO FUNCIONA.
No me avergüenzo de ser hombre ni quiero ser otra cosa, quiero que, si tengo algún problema, te sientes a mi lado, como lo haría un amigo, y me escuches, no que trates de cambiarme.
Aquí os dejo el vídeo que patrocina esta publicación.
Está claro Óscar.
El tema aquí es que la maquinaria de marketing política que tenemos como gobierno entiende muy bien el comportamiento humano.
Saben que cuando hay que hacer campaña necesitan un propósito y un enemigo.
El enemigo en realidad era la costumbre y la mentalidad de la sociedad que se había construido hasta el momento, pero eso era muy ambigüo y no podías decirle a todo el mundo que todo el mundo era culpable.
Así que mejor buscaron un enemigo que sabía que no le iba a dar problemas.
El hombre fuerte, masculino e independiente a toda la morralla que inventan.
Por eso los que estamos al otro lado de toda la sarta de estupideces que llevan contando hemos permanecido imperturbables.
Imperturbables hasta que nos han tocado los cojones.
El verdadero hombre masculino (los tóxicos no lo son) lucha por un propósito. Cuando las tonterías que se dicen por ahí no afectan a ese propósito el hombre permanece inalterable.
Cuando tocan ese propósito cuidao'.
Esa masculinidad es la que ha soportado guerras, hambrunas, torturas y penurias de las que ha resurgido.
Contra esa gente no se puede ganar una lucha.
Olé por poner por escrito en un espacio público lo que creo que muchos pensamos, aunque haya lobbies muy ruidosos queriendo hacernos creer que su opinión es la opinión de la mayoría.
Yo, como mujer heterosexual, quiero a un hombre masculino como compañero de vida (y por suerte, lo tengo). Un hombre que sea maduro, responsable y buena persona, evidentemente, pero eso son características que busco en todas las personas de mi entorno, no exclusivamente en el hombre que elijo como pareja.
Secundo todo lo que compartes en este artículo, y también lo que comenta Inés en su comentario.
Gracias!