Desde que escribo sobre paternidad y masculinidad recibo mucha crítica pública y mucha felicitación privada.
Esto, en sí mismo, ya es señal de que algo no funciona bien.
Ese miedo a apoyar “lo masculino” de manera pública, como si habláramos del narcotráfico o la venta de órganos, es síntoma de que estamos mezclando peras con manzanas desde hace tiempo.
Apoyar la masculinidad no es ir en contra del movimiento feminista, ni de la mujer, pero así nos lo hacen sentir.
Seguramente por lo prostituido de ambos términos por parte de toda la clase política.
Lo cierto, que como vende, desde hace bastante está creciendo (a base de dinero público, por supuesto) un movimiento de “nuevas masculinidades” que intenta suavizar, manipular y moldear lo que significa y representa ser un hombre hoy en día.
Solo tienes que darte una vuelta por RRSS o periódicos y te encontrarás con estos “cursos” a patadas.
Se habla abiertamente de ello y es tomado como normal este tipo de terapias.
Y sí, lo llamo terapias porque, ¿Qué es si no un proceso donde entras siendo de un manera y una institución decide que está mal, trata de cambiar tu identidad y convertirte en otra cosa que se ha decidido que es la correcta?
En mi casa, eso se llama Terapia de Conversión.
Algo penado en nuestro país y señalado por distintas iniciativas europeas.
Como ya hablé en publicaciones anteriores se confunden términos.
Intentando pensar bien, el objetivo que creo que intentan llevar a cabo estos cursos no es “enseñar” los hombres lo que es ser un hombre, si no ayudarles a rellenar esos huecos que han estado vacíos por esa falta de rol paterno en el que poder fijarse.
Enseñar a los hombres a expresar emociones, a ser participativos en tareas del hogar y, en definitiva, a adaptarse a un nuevo rol para el que no fueron educados.
Y me parece correcto, pero deberían ser cursos que vayan dirigidos a “personas”, sin señalar a hombres y mujeres. Dirigidos a mejorar la convivencia en pareja con los nuevos roles y contextos que nos han tocado vivir, donde ambos integrantes de la pareja deben compatibilizar vida laboral, familiar y marital.
Señalando en la manera que se hace “Nuevas masculinidades”, dan a entender que lo masculino está mal.
Que hay algo que corregir solo por tener un comportamiento de hombre.
Y, no, no existe nada malo en tener características de energía masculina, en abrazar nuestra naturaleza de hombre.
Lo que sí hay son hijos de puta que maltratan a sus mujeres.
Flojos que no ayudan en casa.
O malos padres que se desentienden de sus hijos.
Malas personas a las que hay que corregir una actitud.
No hombres que tengan que convertirse en otra cosa.
Como escribí hace poco:
Hay que educar a hijos funcionales, no enseñarles a ser hombres. Lo que significa ser hombre lo van a aprender una parte por su propia experiencia, otra por su rol de referencia, como es su padre, y otra lo trae en su ADN. Todo lo demás se llama terapia de conversión.
La gilipollez, la falta de educación y el borreguismo impuesto por el estado para controlarlo todo. Cursos de nuevos atontados deberían llamarlos. Ni masculinidad ni feminidad. Hombres y mujeres, valores, respeto y convivencia punto pelota. Felicidades por el post
No conozco el contenido de estos cursos, así que no tengo una opinión muy formada. Creo que va más por la parte de fomentar nuevos roles que por la de anular lo masculino. Y es un hecho que la masculinidad de la mayoría está cambiando hacia bien y creo que ese es el camino. Solo hay que ver lo que veíamos, decíamos, opinábamos y hacíamos en nuestra adolescencia/juventud y lo que vemos, decimos, opinamos y hacemos ahora.