Hola, Nico. Hola, Aurora.
Vengo de jugar con vosotros en el campo de fútbol de al lado de casa. Un campo perfecto: césped artificial, vallas para que la pelota no salga y para que un coche no se estampe dentro. Todas las líneas perfectas, portería adaptada, redes altas por si alguno tiene mala puntería.
Pero, ¿sabéis lo que faltaba? Niños. No había ninguno.
Cuando yo tenía vuestra edad, esto era impensable. ¿Un campo de fútbol perfecto, con todo lo necesario para creerme una estrella del fútbol, y vacío? Imposible.
Si con cuatro mochilas en un campo de tierra y piedras ya nos sentíamos en Maracaná, no quiero imaginarme lo que podríamos haber hecho en el de nuestro barrio.
Pero es que no hay niños y, a los que hay, les han puesto por delante otras formas de ocio, donde, con darle a un solo botón, encienden un sinfín de juegos virtuales en la comodidad de su sofá o su cama. Mucho más seguro para sus padres. Y mucho más cómodo.
Le ponen "la maquinita" al niño y ya no tienen que irse al parque y aguantar a otros padres o, peor, tener que jugar con el niño.
Se acabaron las largas tardes de verano en las que ibas a casa un par de veces, para dar muestra de que estabas vivo y para beber agua... y a seguir jugando.
Me da pena, porque sé que nunca viviréis eso, Nico y Aurora: esa sensación de libertad y de que te dé una pena inmensa que se acabe el verano. Porque ya todos los días son iguales. Sin niños ni rodillas con postillas.
Os quiero, hijos.
El verano volverá. La gente se está dando cuenta de lo malas que son las pantallas.
Me da un miedo terrible lo de no poder evitar que se enganchen al iPad o iPhone.
Mira que Manuela solo tiene 10 meses (hoy su cumplemes ;)) pero ve un móvil y se va directo a él.
Espero cuando sea un poco más mayor poder 1) refinar mis hábitos y apartar el móvil y 2) que se fije en las cosas que hacemos sus padres, como deporte, charlar en la mesa, etc
Me ha dado un sentimiento de melancolía enorme leer lo que has escrito.