03/09/2024
Hola, Nico. Hola, Aurora.
Hoy os vengo a hablar de un consejo que es como una navaja suiza.
Vale para todo.
Los negocios, el amor, la amistad, tus aficiones.
Para todo.
Aunque también tiene una contra partida negativa, os la explico al final.
En la Francia del siglo XIX se acuñó un concepto que he estado ejerciendo toda mi vida y al que no le puse nombre (o no sabía que lo tenía) hasta hace muy poquito.
Flâneur.
Es el caminar, sin rumbo ni destino definido, por las calles de una ciudad.
Pero no como un zombi de mercadillo, con los ojos en blanco y sin reconocer nada de lo que ve.
Si no de manera consciente, disfrutando del paseo, parándose a regodearse en cada rincón que esconda una belleza en la que nunca antes te habías fijado.
Quizás descubras tu nuevo rincón favorito de la ciudad, y te quedes ahí sentado dos horas.
Mirando a la gente pasar, pensando en sus vidas.
O leyendo, mientras dejas que disfrute de que alguien se quede ahí sentado con él un buen rato y no pase de largo, como casi todo el rebaño hace.
La única brújula que te guía es un sexto sentido que te dice que gires a la derecha en la siguiente calle, o que entres por esa puerta y no por la otra.
Eso es el Flâneur.
Vuestro padre lo ha hecho muchísimas veces.
Por Sevilla, infinidad de veces. Por otras ciudades del mundo, también.
No existe una mejor manera de conocer bien un lugar que darle tiempo para que sus calles y esquinas te hablen.
Y para entenderlas necesitas tiempo.
Por eso creo que el turismo de crucero, donde te ponen un cronómetro en el momento que pones un pie en la tierra, escuchando un tic tac estresante en cada paso que das por una nueva ciudad, es lo más parecido a la comida rápida para el alma.
Estarás pensando que qué tiene esto que ver con el amor, negocios o aficiones.
Mira, hay dos clases de personas.
Los que desde muy pequeños ves que tienen una obsesión por un tipo de conocimiento, ya sea robótica, deporte, programación, animales o la astronomía y que la mantienen toda su vida, se forman sobre ello y lo convierten en su profesión, incluso.
Siempre he envidiado a esta clase de persona.
Pero es también un estilo de vida que tiene un peligro oculto.
Si fijas desde temprano un camino tan marcado y, por la circunstancia que sea (responsabilidades nuevas, falta de dinero, etc) tienes que cambiar el rumbo y acabas en otro destino, las posibilidades de vivir una vida sin alma se multiplican exponencialmente.
Si lo consigues, no hay nada más pleno que dedicarte a lo que has soñado toda tu vida, pero si no (y no sabes adaptarte), eres un jarrón de mesa sin nada dentro que vaga por el mundo.
La otra clase de persona es la que no tiene ni idea de lo que busca.
Ya sea porque no ha encontrado algo que le enamore del todo, o porque le enamoran demasiadas y no puede centrase en una.
En este lugar esta vuestro padre.
Tiene una contrapartida igual de mala que la otra opción.
Quedarte vagando toda la vida, sin decidirte por nada, y convertirte en un sin techo intelectual, sin oficio ni beneficio.
Recuerda, la filosofía del Flâneur no es echar una foto a un rincón e ir corriendo para hacer otra a la siguiente esquina.
Para que no te pase esto, cada vez que encuentres algo que te apasiona, sumérgete en ello, rodéate de personas con esa misma pasión (para cualquier afición o gusto que tengas hay otro en Internet que ya ha abierto un foro al respecto o esta hablando de ello) y mantente ahí y no te salgas hasta que ese sexto sentido te diga que debes girar en la próxima calle o entrar por la siguiente puerta.
No porque sea duro donde estés, no porque creas que tu tiempo ya llegó, si no porque algo que no sabes describir te llegue y te lleve hasta otro sitio.
A veces, vuelves a ese sitio de nuevo, porque te das cuenta de que te fuiste demasiado pronto, y en otras ya no puedes volver, aunque quieras.
Ojalá pudiera decirte el secreto para que no te pase, pero no lo sé, ni creo que sea bueno que alguien lo sepa, porque te haría volver una y otra vez y no podríamos seguir adelante con nuestra vida.
Lee todo lo que te llegue a tus manos, así nacerá tu sentido crítico.
Prueba todos los deportes que puedas, te hará mejor en cada uno de ellos y, sin darte cuenta, encontrarás el tuyo.
Escucha a todo el mundo, aunque creas que lo que te diga no tiene sentido o te aburre, en el peor de los casos aprenderás cómo no aburrir a otros.
En definitiva, vaga por la vida.
Hay una frase que me encanta que es “Cuando haces cosas, pasan cosas”,
Pero, recuerda, de manera consciente, disfrutando y aprendiendo lo máximo que puedas de cada una de esas experiencias, porque puede ser la última vez que la vivas y porque te va a ayudar educar mejor a ese sexto sentido que te dice por donde ir y por donde no.
Nos leemos pronto, hijos.