Hola, Nico. Hola, Aurora.
Durante las siguientes cartas os voy a hablar sobre algo con lo que vamos a tener que lidiar todos, que vamos a odiar o amar (luego te hablaré de esto) según nos encontremos y que esta presente en nuestras vidas desde muy pequeñitos.
El dinero.
Antonio y Luis eran amigos, yo estaba en su clase pero ellos eran uña y carne.
La familia de Antonio era humilde, currantes de campo y supervivientes de varios reveses económicos.
La de Luis era más acomodada, su madre era ama de casa y su padre tenía una empresa del metal que les permitían vivir medianamente bien.
No sé cómo pero una temporada comencé a juntarme con ellos bastante, jugábamos en el mismo equipo de futbol y empezamos a ir a pasar las tardes a las casas de cada uno.
Recuerdo que cada vez que íbamos a casa de Luis, con teles bastantes modernas y algún que otro gadget tecnológico de la época (mid 90’), cuando volvíamos andando de regreso Antonio y yo solos, se dedicaba a “poner verde” a la familia de Luis.
El padre de Luis le animaba mucho a inventar negocios divertidos.
Me acuerdo que fue de los primeros del barrio en tener una Nintendo 64 e hizo algún evento en su casa donde por 100 pesetas te podías apuntar a un torneo de futbol, luego con ese dinero compraba otros juegos que disfrutaba él y volvía a montar esos eventos con esos nuevos juegos.
O cuando se ganaba algún dinero extra con algún trabajillo el padre le decía, si me dejas guardártelo hasta el verano te doy la mitad de lo que hayas ganado de mi bolsillo.
El caso es que Antonio salía de allí siempre relatando:
-Vaya pijos que son.
-Se gastan el dinero en tonterías.
-Su madre se lleva el dinero del padre.
A mí, todavía sin una consciencia del dinero muy arraigada, me hacía sentir incómodo.
Era como si la familia de Luis tuviera la culpa de que les fuera bien, de ir desahogados y que la empresa de su padre le permitiera a su madre quedarse en casa si quería.
Entonces un día tocó ir a casa de Antonio y lo comprendí todo.
Estábamos jugando al Monopoly (al único que había, no la locura que hay ahora) y no me acuerdo bien por qué pero Antonio me tenía que pagar un pastizal por haber caído en alguna casilla que me pertenecía.
-Ea, ahí va mi dinero, a ver si te pudres con tanta pasta. - me dijo.
Justo detrás, en el asiento del salón, viendo quizás a Nieves Herrero (me gusta darle este adorno vintage) la voz del padre de Antonio resurgió como un eco profundo salido de las tinieblas:
-Er dinero lo pudre tó, niño.
Yo, en mi inocencia (creyendo que aquello solo iba de un juego), le dije al padre:
-Pues yo estoy más contento ahora - mientras le enseñaba el fajito de billetes de colorines en mi mano.
-Así es y así va a sé siempre, el que tiene siempre va a tené y el que no a currar pal que lo tiene.
Nunca le di importancia a aquello pero, mirando en perspectiva la vida que tuvieron los dos, me doy cuenta de ciertos patrones de su relación con el dinero que se han repetido siempre.
Antonio no tuvo malos trabajos, de hecho durante buena parte de nuestra juventud tuvo más pasta que todos sus amigos. Era un currante y constante como él solo y eso se pagaba bien.
El problema era que igual que entraba salía. Se compraba un Mercedes nuevecito que al cabo de los meses veías lleno de golpes porque no le daba para pagar reparaciones y el seguro que tenía era el mínimo exigible.
No tenía ningún plan, siempre vivía casi al día y lo mismo te pedía que le invitaras a comer un día que a la semana aparecía con una moto nueva.
Y el culmen fue cuando se peleó con su padre por la herencia de una tía (hermana de su padre) que el padre quería para su bolsillo aún cuando le dejó la gran parte a Antonio. Desde entonces no se hablan.
Luis, sin embargo, tuvo un perfil bajo toda su vida.
No le recuerdo en su juventud con nada extravagante, trabajaba todos los veranos y se sacaba un dinero que gastaba en ir a ver a su novia de Alemania que conoció a través de la sección de contactos por carta de una revista de videoconsolas.
Fue el primero que aprendió otro idioma de todo nuestro círculo (pre Duolingo) y de sus viajes a Alemania vio negocio importando tendencias tecnológicas que detectó que llegaban primero allí.
Con lo que ganó con sus primeras transacciones montó un pequeño negocio físico y comenzó a crecer bastante.
Años más tarde me enteré de que entró a formar parte de un grupo enorme al estilo Media Markt, al que vendió la marca, y comenzó a invertir en empresas de las .com de finales y principios de siglo.
A Luis me lo encontré sobre 2013 en un evento de emprendimiento y fue de los primeros que me habló de Bitcoin, por supuesto, también llevaba tiempo invertido por los contactos que tenía en ese sector desde hacía tiempo.
Dos chicos que eran uña y carne, con todos los hobbies y taras parecidas (deportes, videojuegos, chicas y ninguno de los dos estudió ninguna carrera) pero con una relación completamente distinta con el dinero por educación y herencia familiar.
Y es que el poder de la palabra no tiene límites.
La forma en que nos hablamos tiene una importancia vital en nuestra manera de ser, y con el dinero no iba a ser diferente.
Criar a un hijo señalando al dinero constantemente como el mal más indeseable que existe raramente acaba en una relación sana con él o con una vida donde no tengas un amor-odio constante y unos altibajos económicos que ríete de cualquier montaña rusa.
Un primer paso para que comiences a tener una mejor relación con el dinero es aprender todo de él.
Qué hacen con él las personas que tienen una relación sana con el dinero.
Dónde y cómo invertirlo para que no sean las gallinas que entran por las que salen.
Cómo generar más dinero en el contexto de 2025.
Y el lugar que te recomiendo para no ser como Antonio es la casa del porno financiero, de
.Lo he experimentado por mí mismo y puedo decirte que es el lugar en castellano donde debes estar si quieres saber de dinero.
Y traído a tierra, sin chavales con 19 años con 25 pisos en alquiler diciéndote que te levantes a las 5 y luego hagas press banca y que mientras a tus hijos los amamante una loba.
El conocimiento que consigues a cambio de lo que pagas es ridículamente absurdo.
Abraza el dinero o te dará una patada en el culo.
Os quiero hijos.
PD Todavía tiene Antonio su primer Mercedes, pero ya no puede entrar en el centro de Madrid.
No hay nada más limitante que las creencias fuertemente arraigadas en la cabeza y en el corazón.
Gran email tío.